El tiempo es relativo, a veces parece que un
minuto pasa en un segundo y otras que se alarga hasta la hora, sin embargo, una
vez pasado, se torna parte de nosotros en forma de experiencia, memoria o
vivencia que se va acumulando en ese cofre del tesoro que llamamos mente.
Y eso ha sido este año, al menos para el que
esto escribe, un año acumulado en tertulias semanales en forma de diamantes y
monedas de oro que me han enriquecido a nivel intelectual y sobre todo a nivel
personal, haciéndome ver que no solo existe mi visión sobre el mundo que me
rodea y los grandes misterios que lo envuelven, sino que además existen tantas
visiones como gente y tantas verdades como dudas.
Diferentes puntos de vista
que a la vez que los vamos conociendo nos acercan más a esa verdad que se
esconde, ruborosa, más allá de nuestra limitada línea de visión. Y si algo se
aprende en nuestras tertulias es sobre todo a ver más allá del árbol que
tenemos enfrente, contemplando un frondoso bosque y un inmenso paisaje.
Nunca hemos buscado una verdad a medias, ni
una gran revelación espiritual, más allá de la parafernalia de moda hemos
disfrutado de nuestras dudas, de nuestras inquietudes, de esos “por qués” internos que nos han unido cada semana por
encima de nuestras creencias, nuestro sano escepticismo o nuestra mera curiosidad
científica. Llevado por el orgullo me atrevo a decir que nunca hemos sido un
grupo en busca de una verdad, sino individuos unidos por esa búsqueda o más
bien, compañeros de un viaje, el cual, cada uno va recorriendo con diferentes pasos
y por diferentes caminos.
Otro año más, nuevos amigos, nuevas dudas,
pocas verdades y muchos buenos momentos que atesorar, porque quizás al final
solo importe eso, ir acumulando un gran tesoro de vivencias, experiencias y
memorias que poder observar cuando lleguemos al final del camino, para, en ese
último momento, poder irnos de este mundo, no con el conocimiento de haber
desvelado un misterio, sino con la satisfacción de haberlo vivido plenamente.
Espero que el próximo año nos traiga muchos más
tesoros, que nuestro cofre se vaya llenando y sobre todo que cada martes pueda
tener el privilegio de no sentirme solo en este universo.
Feliz año y felices fiestas para todos.